El tiempo pesa mucho cuando no pasa, cuando aunque en tus navidades haya muchas luces ninguna te ilumina, cuando no pasa nada de tu vida normal y te ves atrapado en una vida que no reconoces. De nuevo tuve que huir, desaparecer sin explicar demasiadas cosas… no encontré en esa otra persona a quien había dejado, solo había una persona con la que quería compartir y estar y ya no estaba. la aleje.
Un día por la tarde diste la vuelta a la esquina en la salida del gimnasio… nos re-encontramos, y al verme sonreíste. Pasamos el resto de la tarde hablando, charlando… Me hablaste del dolor inmenso que arranque en ti al irme, te hable sin que entendieras del vacío inmenso al alejarme de ti… de haberme convertido en alguien a quien no reconocía. Poco a poco volvimos a vernos.
Tan solo que me miraras, tan solo observarte y mis lágrimas arrancaban de felicidad al estar a tu lado de nuevo, al sentirte cerca, al sentir el olor de tu piel. Yo sabia que el amor estaba ahí, yo estaba lleno de él.
Yo había vuelto en busca de una mínima parte de aquello que sentimos una vez. Tan grande. Pero el miedo volvía de otra forma diferente y perderte era la posibilidad en cada segundo.
Te invite a Granada… había demasiados motivos para ese viaje, había algo que nos reclamaba de nuevo, y nos besamos, y recorrimos nuestros cuerpos, pero siempre con mi cuidado… yo sabia que no era positivo, pero me faltaba una prueba.
Me acobarde y no te lo pude decir, preferí ser precavido y esperar a mis pruebas… pensé que me odiarías si había esa posibilidad, si me había ido con otra persona y encima volvía con la variable del VIH…
Y entonces empezó la procesión por dentro… la precaución, mi miedo de perderte cada día, el miedo a equivocarme cada día, las ganas de que todo lo vieras bien, que me escucharas, me entendieras y supieras que todo había sido un error… aun no tenia pruebas ni resultados…
Sin palabras… muy bonito.