A TI

JAVIER NOS ESCRIBE:

Querido amigo, pido perdón por el egoísmo humano. Ese del que todos somos víctimas y culpables.

No sé porqué un buen día decidí alejarme de ti, pensaba que yo era más valiente. Pensaba que estaba harto de demostrar mis sentimientos. También pensé que todo esto era lo mejor para ti.

Recuerdo aquel día que me llamaste y me confesaste tu vih. ¿Lo recuerdas?, me llamaste desde un hospital porque te lo habían diagnosticado… Recuerdo que no quise darlo importancia, me quedé muy cortado y sobre todo entendí tu mensaje… Nos habíamos deseado tantas noches…

También recuerdo que cuando saliste del hospital te fui a ver. Me quedé impresionado amigo mío, entonces eran otros tiempos. Era el año 1998. Cada uno seguía su vida. Nunca llegamos a compartir el corazón (o sí)…

Cada uno siguió su vida… Te llamaba y me llamabas de vez en cuando…

Recuerdo aquel día en no sé que discoteca de Madrid, me presentaste a tu nuevo novio. No lo pude evitar, me cayó mal. Y sobre todo me dolió el que te besaras con él delante de mí. ¡ Inocente de mí!, pero tú y yo, cuando apenas teníamos 22, 23 y 24 años habíamos compartido mucho…

… Y de vez en cuando hemos seguido hablando, muy de vez en cuando. Curiosamente siempre ha habido un tema que no podías hablar. No quería saber quien te amaba, ni tú quien me amaba a mí. A veces incluso nos hemos hecho daño diciéndonos frases que solo tú y yo sabíamos que nos hacía daño, y con solo una pretensión: Hacernos daño… Juraba (yo al menos), no volverte a llamar, pero al final te llamaba, o me llamabas. Solo esta frase: “…nada me he acordado de ti, hace tiempo que no sé de ti”. Creo que nos esto nos bastaba a los dos.

El año pasado fui yo el que te llamé diciéndote mi vih. Yo estaba nervioso, muy nervioso, tanto que incluso a días desconectabas, porque te parecía mucho morro el que yo te llamara cuando tanto te necesitaba.

Quedamos un día en Octubre ¿Lo recuerdas?, y nuevamente en no sé que sala de Madrid volvimos a discutir…

Yo estaba dolido con más cosas de la vida. Supongo que tú también.

Algún sms, y llamadas cada vez más y más esporádicas.

Llevo varios días llamándote a tu móvil. Me dice la maldita voz creada con un ordenador que se abonado no existe. Lo intento una y otra vez, incluso intercambio algún dígito porque pienso que podía estar equivocado. Un mal día eliminé tu número de tu agenda.

He pensado en llamarte a casa de tus padres, pero el miedo me echaba para atrás. Quizás te molestaría. Pero honestamente, me parecía tan raro que ya no recibiera ni un sms de ti después de tantos meses, y mucho menos una llamada, que gracias a mi buena memoria, y que siempre se quedó en mi mente el teléfono de cuando vivías con tus padres en cuatro caminos, que ya no me lo he pensado más y te he llamado.

Nunca me imaginé la contestación que me han dado. No lo quiero nombrar. Parece ser que un maldito accidente, o el que estuvieras en un lugar equivocado hizo que te fueras como siempre.

Solo puedo darte las gracias por todo. Como siempre te dije, eres la persona que más consejos me ha dado. Solo te ha faltado decirme, el como aprender a volar. A veces quiero volar también de aquí. Hoy tengo más razones…

Me costará acostumbrarme a no volver a pasar delante de tu mirada.

Buen viaje amigo mío, y ojalá hayas encontrado ya lo que aquí no encontraste. No dudes que a partir de hoy camino un poco más solo…

Gracias Alberto, por todo lo que vivimos.

Dejar una respuesta